El
gran tiburón blanco es una especie
de elasmobranquio
lamniforme de la familia
Lamnidae que se encuentra en las aguas cálidas y
templadas de casi todos los océanos.
Los
tiburones blancos se caracterizan por su cuerpo fusiforme y gran
robustez, en contraste con las formas aplastadas que suelen lucir
otros tiburones. El morro es cónico, corto y grueso. La boca, muy
grande y redondeada, tiene forma de arco. Permanece siempre
entreabierta, dejando ver al menos una hilera de dientes de la
quijada superior y una o dos de la inferior, mientras el agua penetra
en ella y sale continuamente por las branquias. Si este flujo se
detuviese, el tiburón se ahogaría por carecer de opérculos
para regular el paso correcto del agua, y se hundiría
en la misma, ya que al no poseer tampoco vejiga
natatoria se ve condenado a estar en continuo
movimiento para evitarlo.
Los
dientes son grandes, aserrados, de forma triangular y muy anchos. Al
contrario que otros tiburones, no poseen diastema
ni reducción de diente alguno, sino que tienen toda la
quijada provista de dientes alineados e igualmente capaces de
aferrar, cortar y desgarrar. Detrás de las dos hileras de dientes
principales, los tiburones blancos tienen dos o tres más en continuo
crecimiento que suplen la frecuente caída de dientes con otros
nuevos y se van reemplazando por nuevas hileras a lo largo de los
años.
La
longitud más frecuente entre los tiburones blancos adultos es de 4 a
7 metros
(siendo los machos menores que las hembras), aunque se
han citado casos de individuos excepcionales que rebasaban
ampliamente esas medidas. En la actualidad no se puede asegurar cuál
es realmente el tamaño "tope" o máximo en esta especie,
hecho que se ve reforzado por la existencia de notas antiguas y poco
fiables sobre animales realmente gigantescos.